Arte-educadora nacida en Lima, Perú, y formada en la Escuela Superior de Bellas Artes del Perú. Su práctica se sitúa en el cruce entre el arte, la educación y la acción social. Le interesa explorar cómo las prácticas artísticas pueden convertirse en herramientas de transformación, memoria y justicia simbólica. Entiende la educación artística como un espacio de emancipación y resistencia frente a las estructuras tradicionales que reproducen jerarquías y violencias institucionales.
Como educadora, ha desarrollado experiencias pedagógicas en espacios formales y no formales, impulsando metodologías colaborativas, afectivas y situadas que cuestionan la enseñanza tradicional del arte. En sus procesos educativos y creativos propone un diálogo constante entre cuerpo, territorio y memoria, reconociendo el poder del arte como un lenguaje de sanación, denuncia y encuentro. Busca abrir grietas dentro de la rigidez curricular y desestabilizar las nociones de autoridad, disciplina y neutralidad que han marcado la educación artística.

Actualmente, su proyecto artístico aborda las acciones escénicas, memoriales y performáticas como formas de comunicación y reflexión crítica sobre problemáticas sociales contemporáneas, especialmente las relacionadas con la violencia de género, la desigualdad estructural y los derechos humanos. Entiende estas acciones como una poética del cuidado y la memoria, donde el cuerpo se convierte en archivo vivo de experiencias silenciadas y territorio de resistencia. A través del performance y la acción simbólica, busca explorar cómo los gestos, los rituales y las prácticas colectivas pueden reconfigurar lo visible, lo sensible y lo posible.

Entre sus principales piezas se encuentran Los trapitos sucios se lavan en casa, Waras, Un cuerpo no es suficiente y María andó, que forman parte de su repertorio de acciones escénicas y memoriales. Cada una de ellas indaga en las tensiones entre cuerpo, memoria y violencia estructural, articulando un lenguaje visual y performativo que pone en diálogo lo íntimo y lo político, lo ritual y lo cotidiano. Asimismo, el proyecto Refri-acción aborda los conflictos socioambientales y los procesos de desplazamiento generados por la crisis ecológica contemporánea, proponiendo un espacio de reflexión poética sobre la relación entre los cuerpos y los territorios que habitan.
También es directora de arte en Frontera Flotante, laboratorio de experiencias escénicas, donde investiga los vínculos entre pedagogía, performance y territorio desde una práctica transdisciplinaria. En este espacio impulsan procesos creativos colaborativos que desdibujan los límites entre arte y educación, escena y comunidad, proponiendo metodologías experimentales que abren preguntas sobre el cuerpo, la memoria y las fronteras simbólicas de lo escénico.
Su trabajo se nutre de perspectivas feministas y decoloniales que reivindican la experiencia situada, el pensamiento afectivo y la creación como acto político. Concibe el arte no como representación, sino como activación: de la memoria, de los afectos y de las posibilidades de transformación social. Entiende el arte como un acto de escucha y de resistencia frente a las violencias cotidianas, y la educación como un espacio de apertura hacia lo común, lo diverso y lo sensible.