La puesta en escena, indaga en los cuerpos femeninos como territorios donde se inscriben heridas antiguas, culpas incrustadas, vigilancias constantes y silencios heredados que se agazapan bajo el miedo e inciden en el presente. Se disecciona el miedo, a través, de la acción escénica desde la representación y presentación para abrir el tejido de esas memorias y exponer a los demonios del miedo, que a veces son creencias, a veces miradas, a veces palabras, a veces manos, a veces nombres, a veces rostros a veces voces.
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